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miércoles, 2 de abril de 2014

Alimentaria 2014: Crónica de un evento anunciado.

Hola de nuevo a todos, queridos míos.

Como algunos de vosotros ya sabréis, he estado en Alimentaria 2014. Este año (ignoro el resto de años) se ha realizado en L'Hospitalet de Llobregat, el el recinto ferial habilitado a tales fines como este macro evento.

Como soy urbanita, en un principio pensé en acercarme en metro, pero recordé rápido que no llega y había de coger los ferrocatas (que no es ninguna cata de minerales ferrosos, es como llamamos a la red de trenes gestionada por la Generalitat de Catalunya), pero no tenía ganas de ir apretujado en un vagón abarrotado de gente con el mismo destino, así que me decidí por el coche.

Ahora es cuando una mano gigante me pega un leñazo mientras voces de fondo gritan "¡¡¡Error!!!". Pero va a ser que no. Aunque pueda parecer un error coger el coche para ir a aparcar en aquella zona llena de gente, he de decir que me manejo bastante bien por ahí desde que me perdí por el laberíntico parque industrial. Tres veces. En un día... En fin. Además, sé por dónde ir para no coger demasiadas colas, y aun que me tuve que ir a aparcar a cuatro naves de distancia, conseguí aparcamiento, conseguí tardar menos tiempo que en tren y acabé andando más o menos lo mismo.

No tengo fotos de la entrada porque yo iba a lo que iba y no me entretuve en sacar fotos, pero imaginaros un cine con siete películas de estreno, todas de ellas nominadas a los Oscar y con entradas a 3€. Pues más o menos así estaban las colas, las calles, los laterales. los taxis... Yo ya tenía mi entrada impresa (cosa que te piden hagas antes de llegar allí, porque la intención es que no hayan esperas en demasía), así que me decido a entrar con mi acreditación colgando del cuello. Paso, entro y cuando veo lo enorme del Hall... casi me da un pasmo. Paso como si fuera un tío importante y subo las escaleras. Adelante, ya estamos dentro.

Jodó... 6 pabellones, y me he de dirigir al último. No veáis la caminata que te pegas por dentro. Aquello es más largo que el aeropuerto de Barcelona...

Al fin consigo mi meta y me encuentro con un sinfín de casas, de comerciales y de gente intercambiando tarjetas, datos, haciendo negocios, etc. Voy dando más vueltas que una peonza y me marco una estrategia: de dentro a fuera y de izquierda a derecha. Solo así consigues ver a todo el mundo. Lo malo es cuando te distraes con las azafatas... pierdes de vista un segundo un puesto y hasta la segunda vuela ya no lo ves otra vez... Benditas mujeres y malditas minifaldas.

Prosigamos: Me acabo encontrando con un comercial de grande empresa que acaba de fichar por otro equipo. Estupendo, dos copas gratis. Allí todo es gratis, pero te las sirven mejor si te conocen.

Una lástima que no sepan regular las temperaturas del tirador, porque una abadía tostada no merece ese desprecio de helor. Me congelo los dientes. Caliento la copa con la mano y alcanzando una temperatura más elevada, cato el caldo. Tuestes ligeros de entrada y marcados en retorno. Dulces maltas y cuerpo medio. Estupenda. Próximamente en Birra Birrae. Su nombre, tendréis que esperar.

Cato a rubia, oooooooootra vez... Dita sea la sutil puñalada que me da el frío en las encías al paladear el claro caldo. Vuelta a calentar la copa, hablamos un rato el director de operaciones y un servidor, y me marcho. Primeros negocios.

Me encuentro con la parada de cierta marca de cervezas que no valen dos perras y saludo al comercial. Una cosa es que la cerveza sea de fregadero, y la otra ser mal educado. Prosigo y me emociona encontrarme con unos italianos maestros en el arte de hacer cervezas valencianas. Charlamos, intercambiamos datos, anécdotas, risas y cada vez que quiero irme, me lo impiden dándome otra muestra de sus estupendas bebidas artesanales. Que por cierto, he de decir que han mejorado desde que las probé la primera vez, y ya estaban buenas. Próximamente, en Birra Birrae. Su nombre, ya lo sabréis.

Insto a unos estudiantes a tirar a la basura esa (perdón) mierda que les han dado en la parada de EG o HR, según se hable de la marca o de la empresa, y prueben cosas buenas de verdad. Se ríen, las prueban y me dan la razón: es una (perdón) mierda. Han descubierto el mundo de las artesanas. Ya no hay vuelta atrás.

Consigo encontrar por fin a Spigha/Nispra. Es importante encontrarlo, porque son ellos los que me han invitado al evento y además, había de conocer a Toni, el productor. Un señor muy majo, aunque me lo esperaba ligeramente más hippy, no tan trajeado. Será que me he acostumbrado a ver a cierto tipo de productores más bohemios... En fin. Charlamos, intercambiamos anécdotas y prosigo mi camio tras demostrarles a unos almerienses muy majos que la cerveza Spigha vale la pena tenerla. No se las voy a vender yo, pero creo en ellas y apuesto por ellas.

A todo esto, cada vez voy más contento, no borracho. los borrachos están en los bares, en las ferias están los alegres potenciales clientes.

Decido que ya es hora de acercarme a ver la parada de Origen. El problema, es que no estaban en el pabellón de bebidas, estaban en el pabellón de autonomías, en el dos. A una distancia de cuatro. Puede parecer cerca, pero si no sabes exactamente dónde está, se te puede ir el tiempo en vueltas tontas a cientos de paradas, por no decir la distancia lineal, que se hace muy larga entre subidas y bajadas por escaleras mecánicas. Cuando por fin llego al lugar adecuado, a la zona de la diputación de Almería, entro en contacto con el productor. Le informo sobre mi profundo descontento con su marca, y me preocupo por la razón por la cual debería volver a tenerla. Su respuesta es una copa de cristal llena con Origen de barril. Convincente.  El producto es mucho mejor que la porquería que me sirvieron mis proveedores en su principio. No hay duda de que la volveremos a tener. Esta vez, vale la pena mucho. Tiene cuerpo, tiene aroma y tiene buen sabor. Muy correcta y sedosa.

Vuelvo al pabellón de bebidas, consigo encontrar a los chicos de Espiga Bruna. Los saludo y me meto un poco con ellos, pero con cariño. Les digo lo que pienso sobre llamar Black IPA a una cerveza negra muy lupulada, les toco un poco las narices tras catar las nuevas recetas y me voy a dar otra vuelta antes de despedirme de Toni y marcharme a casa aprovechando que la fuerza de los caldos se disipa.

Se supone que hay más marcas de cervezas que han asistido al evento, pero ignoro dónde puede estar, y la verdad es que da lo mismo. Hay gente con quienes tratos, los justos.

Me voy. No he comido, pero he picoteado sin demasiada avidez en varios puestos (me sabe mal comer y dar falsas esperanzas a los productores que buscan compradores serios). Me voy feliz y contento. Me voy con buenos contactos y dejando atrás varios acuerdos. Me voy, pero volveré la siguiente convención, y quién sabe, quizá hasta me quede unos días. Todo está por ver.

Me despido de vosotros, queridos míos. Me despido con buen sabor de boca y una alegre sensación de que cosas buenas surgirán de aquí.

Salud.

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